Monday, June 26, 2006

Balbucea mientras huye


Escucho a lo lejos
el canto de alguien
que corre hacia la nada.

Llama fuerte y claro
a todos sus corazones
rotos.

Vierte en las calles
de una ciudad desmoronada
la esencia del tiempo.

Conoce de cerca
las lágrimas
de unos niños sin hogar.

Estira los días
estiras las páginas.
Concreta lo intangible.

Pierde en las carreras,
vomita tiernamente
un montón de figuras de acción.

Se pierde en si mismo.
Escapa de noche
de un fantasma inexistente.

Pulveriza sus escritos,
los incendia en su tribu.
Protege palabras en la cabeza.

Satira de un perdedor
sentado en la cabecera
de un país sin pueblo.

Así es el poder
de un hermitaño
que huye hacia el oriente.

Así es la vida del muerto,
del surcido, del harapiento.
Arrastrando cuerpos ajenos.

Corresponde entonces, sospechar
cuál es la misión
de un desconocido en vitrina.

Podría ser, quizás,
esperar que caigan del cielo semillas.
Cosechar incertidumbre.

Volver a recrear la infancia,
con actores de segunda,
y rostros de album familiar.

Futuro es entonces,
un bosquejo de hogar
entremedio de los jardines de Babilonia.

Presente, por tanto,
es una excusa de seducir
por unas cuantas palabras bonitas.

Entonces, amigos míos,
he aquí la verdad...
la única verdad.

Este humano está perdido.